Nadie se merecía ser campeona olímpica tanto como Ruth Beitia y como en un cuento de hadas que empezó cuando la atleta cántabra decidió regresar a la competición pocos meses después de ser cuarta en Londres 2012 y anunciar con ello su retirada, anoche Ruth tuvo su final feliz, el que la situaba en el cajón más alto del podio olímpico. Cuando pensaba que pocas cosas ya podían hacerme llorar de emoción en estos Juegos Olímpicos el oro de Ruth lo hizo porque lo deseaba mucho, creo que todos lo hacíamos.
Nos falta tan solo un día de esta gran aventura que son los Juegos Olímpicos y aún nos quedan algunos grandes momentos por delante. Como esa final de conjuntos en Gimnasia Rítmica en la que España sueña con repetir la gloria alcanzada en Atlanta 96 después de acabar la calificación en primer lugar por delante de las dos grandes potencias actuales: Rusia y Bielorrusia. Y la selección de baloncesto masculino luchará por la medalla de bronce contra Australia. Para darle un toque aún más épico a esta última jornada prácticamente ambos acontecimientos coinciden en horario.
Y después se apagará la llama olímpica... pero tras de si dejará como siempre momentos imborrables, gestas que espero que no caigan en el olvido pasado mañana para volver a salir a la luz dentro de cuatro años.
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