Hace unas semanas le dedicaba un post en este mismo rinconcito a Alberto Miranda con motivo de su partido número 100 con Perfumerías Avenida. Hoy me dispongo a dedicarle otro post por un motivo aún más triste puesto que ayer dejó de ser entrenador del equipo salmantino.
Hoy es uno de esos días en los que cuesta encontrar las palabras adecuadas porque ninguna lo parece, pero necesito hacer el esfuerzo. Necesito expresar lo mucho que me dolió (y me duele) la noticia, la sensación de que esta historia merecía otro desenlace. Sin Alberto Miranda este blog no existiría, sin las palabras de ese amigo que sabes que siempre está al otro lado para decirte lo que necesitas oír cuando lo necesitas oír nunca hubiera tenido el ánimo necesario para superar muchos momentos difíciles. Solo por eso merece la pena.
Hay personas que se merecen todo lo bueno que el baloncesto (y la vida) les pueda regalar, quizás esta no haya sido una historia feliz pero estoy completamente segura de que a la vuelta de la esquina hay una oportunidad mejor esperando, una historia feliz deseosa de ser vivida, de ser contada.
Y como Alberto me dijo una vez: pase lo que pase siempre hay una canción
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